"En mi angustia, clamé al SEÑOR" - SALMO 18-6.
Hay momentos en la vida cuando lo mejor que nos pueda pasar es clamar a Dios desde lo mas profundo de tu ser. Y no te preocupes si parece que no tienes decoro o si la gente piensa que no tienes fe.
El SALMISTA dijo: "En mi angustia clamé al Señor... y el me oyó".
Los padres conocemos ese clamor. Es distinto; no es una rabieta ni un gemido en busca de atención... es un grito de angustia. Y aunque lo escuches en medio de la noche, antes de darte cuenta y a tus pies están en el piso y llegas a tu hijo para abrazarlo, cambiarlo, alimentarlo o consolarlo. Lo mismo siente Dios por ti.
David exclamó: "El extendió la mano desde el cielo... me sacó de aguas profundas. Me rescató... de mis enemigos poderosos... me atacaron en un momento de angustia, pero el Señor me sostuvo. Me condujo a un lugar seguro; me rescató porque en mi se deleita". El Salmista descubrió que su Dios era su "más alto escondite " ( Salmo 18:2). En tiempos bíblicos, un "alto escondite" era un refugio donde el enemigo no podía alcanzarte.
Proverbios 18:10 afirma "Torre fuerte es el nombre de JEHOVÁ; a Él correrá el justo, y será levantado". Esto representa un lugar de seguridad en Dios en el que estás por encima de la amenaza y de las circunstancias. Allí recobras tu perspectiva; un lugar desde el que miras hacia adelante y sabes que la prueba pronto terminará.
¡ADELANTE! ¡CLAMA AL SEÑOR Y EL TE RESPONDERÁ!.
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